domingo, 17 de mayo de 2009

El Sol que amaba.

Oscuridad...que noche tan bella. ¿Hermosa no es? Es verdad, hermosura es escaso para definir éste instante. Hum...deslumbrante. Sí. La noche es deslumbrante a pesar de que no ciega. Brilla en la ausencia de luz.

Y las estrellas...oh...las estrellas que son como el azúcar glas que lleva un dulce pastel de crema sabor vainilla.

¿Y el Sol? Ahora no hay sol pero aun así es fascinante incluso cuando se esconde. ¡Qué tímido! Ama a Luna pero no se atreve a estar con ella. Ni siquiera en un eclipse pueden verse. Luna ardería y su amado no puede tocarla.

Un amor desgraciado.

Dice los profetas que algún día el Sol aunará valor para declararse a la Luna. Ese día desaparecerán los planetas...los satélites...la propia estrella que ama a la Luna. Se la tragará y ambos desaparecerán en la explosión que los unirán en miles de retazos. Para siempre.

El abrecartas.

Rdo. Rdo de Aranjuez.
Las esbeltas letras grabadas en plata. Un cuchillo diseñado para cortar los filos de las cartas que deben leerse. Para no romper el frágil sobre que las envuelven. Una pequeña daga cuño puño custodiaba la cabeza de un águila. Toda gris, toda plata.

Sostenida entre las manos temerosas que eran las mías. La punta señalándo mi pecho.

Sólo tenía oido para mi lenta respiración. Inspirando...en poco tiempo...expirando...mi vida acabaría...inspirar...y con ella...expirar...el sufrimiento... MUERTE .

El momento.

Adiós...

Mi casa, mi hermana, mi prima, las amigas, las no tan amigas, mi peluche, la academia, el campamento, navidades, fotos, música, coreografía en teatro, felicidades, quince años, mis lágrimas, sus lágrimas, discusiones, abrazos, perdones, que te lo pases bien, ojos pardos, préstamos, risas, nervios en un exámen, mi mejor amiga...Te Quiero.

No-muerta.

No-sufrimiento.

No corta. El filo no corta. Dolor. No sangre. Magulladura. Humedad. Agua salada. Mis lágrimas.

Desperté rato más tarde. Entre mis dedos un abrecartas. Sin sangre. No había muerto. Me había desmayado. No era aun mi hora. No podía marcharme sin ella.

Porque sin ella no hay muerte ni vida.

sábado, 2 de mayo de 2009

Muerte.

Una noche sin estrellas se cernía sobre el cuerpo inerte de aquel chico. Aquel hermoso chico que murió sobre la mullida pradera que era su hogar. Pobre chico, pensaréis. Pero en lugar de eso afortunados de vosotros que estuvisteis lo bastante lejos para no cruzar su camino envenenado.

Su cabello collor encina estaba un tanto ensangrentado. Su camiseta -aunque aquello no era merecedor de tal nombre- se encontraba en el mismo estado. Teñida de sucio carmesí.

Moka, se agachó a extraer su espada.

No era una noche cualquiera, pensó. Era la noche de su victoria, al fin.

Bordat había merecido la muerte desde que tuvo consciencia. Traicionó su lealtad, asesinando a sus padres. Convirtiose en un sanguinario y apuñaló sin reparo a mil y una almas bellas. Ahora que había perecido, todo estaba silencioso. Demasiado...¿no creen?