El poder del amor.

Una noche de verano, me senté en aquel precioso banco. Hace ya tanto tiempo...cinco lustro.

Ahora paseo mi mano por nuestro banco. Un troco de árbol que no pudo crecer mucho bajo la sombra del que tenía al lado, y que el viento pudo derribar fácilmente.

- Hace tanto tiempo... -digo meláncolica rememorando aquella maravillosa mañana. Hace cincuenta años.
...
Paco...me ruborizaba tan solo de pensar en su nombre...Jiji. Me reí.
Llegó corriendo y colorado por la carrera a través del prado con un ramo de fresias en las manos. Me lo tendió y yo me ruborizé, como cada vez que me miraba con esos preciosos ojos castaño chocolate.
...
- Qué gesto tan amable - susurro, maravillada.
...
Se sentó en nuestro banco y yo hize lo mismo. Extendí mi vestido de estampado floral, para que quedase más bello.
- Rosa...me gustaría hablar contigo...-pidió Paco, dulcemente.
- Pero, si ya hablamos todos los días, ¿por qué lo dices?
- Verás, Rosa, yo...-apartó la vista del suelo y me miró a los ojos. Volví a ruborizarme y agaché la cabeza. Giró el torso en mi dirección y me alzó la cabeza con la mano-. Rosa...¿Querrías...? ¿Querrías casarte conmigo?
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"¡Qué hermosa frase! ¡Realmente le amo!" pienso.
...
- Yo...yo...Paco, yo...- tartamudeaba. Como un tomate y apunto de estallar de alegría-. Yo...Paco, yo...debes preguntarle a mi padre...Ya sabes las reglas, ¿no?
- ¿Eso es un si?
- S-sí -y nos fundimos en un cálido abrazo.
...
Una frágil lágrima rodó por mi mejilla. Él ya no estaba para retirármela, así que lo hice yo.
- Paco...te echo ucho de menos... -y no pude evitar que un grito desgarador llorase su muerte-. Te amo.
Y abandoné este mundo para reunirme con él. Fuera donde fuese. Siempre juntos...